Tranvía, funicular e Istanbulkart.

Como no teníamos mucha prisa nos levantamos y desayunamos con mucha calma. Nada hacia presagiar que iba a ser uno de los peores días en Estambul para nosotros por culpa de las colas y la cantidad de gente que había ese día por todas partes. [Tip: Si vais a Estambul intentad evitar el fin de semana puesto que se juntan los turistas con los propios turcos, que van a pasar el fin de semana a la ciudad]. Tras el desayuno, al que me estaba empezando a acostumbrar y hasta a gustar, nos fuimos hasta la parada del tranvía de Sultanhamet. Lo primero que queríamos hacer era comprar la Istanbulkart, una tarjeta válida para todos los transportes de Estambul que además hace descuentos en cada viaje. Fuimos hacia una de las máquinas que habíamos visto cerca de la parada, pero allí sólo se podían recargar, no comprar. A mi me sonaba haber leído que se compraban en los kioskos, así que localizamos uno y pagamos 10TKL (6TL por la tarjeta y el resto de recarga). Si devuelves la tarjeta te devuelven las 6TL. Tras pasar la tarjeta por el torno, pudimos por fin acceder al tranvía. Aunque la verdad es que no paramos de ver gente que se metía por el medio de la calle sin pasar por el torno y, por tanto, sin pagar...

Colarse en el tranvía resulta bastante fácil

Taksim y la avenida Istiklal

Nuestro destino era Taksim. Para ello tuvimos que coger la línea T1 y llegar hasta el final de la misma, en Kabataş. Desde allí cogimos el funicular hasta Taksim, que salva el pronunciado desnivel que hay de un sitio al otro. Nos encontrábamos en el distrito de Beyoğlu, al otro lado del Puente de Gálata. Beyoğlu es el Estambul más europeo y moderno, como nos iba a quedar claro.

La primera parada fue la Plaza Taksim, tristemente famosa por las noticias de revueltas y manifestaciones, y tal y como suponíamos, de lo más tranquila una vez que llegamos allí.

Desde Taksim parte la İstiklâl Caddesi o Avenida de Istiklal, la calle principal de Beyoğlu, llena de tiendas, cafés y franquicias de todas partes del mundo. Paseando por esta calle peatonal nos asombró la cantidad de gente y comercios que había. A pesar de tener tan sólo unos tres kilómetros de longitud llegamos a contar 4 Starbucks, 3 McDonald's, 2 tiendas de Mango, etc. ¡Nunca había visto algo así en tan pocos kilómetros! La calle se puede recorrer en una linea especial de tranvía. El tranvía histórico o nostálgico hace su recorrido entre Taksim y Tünel y tanto el tranvía como el personal mantienen la apariencia que tenían antiguamente.

Tranvía nostálgico

Al fina de la calle nos llamó la atención encontrarnos con una franquicia del Shake Shack, una hamburguesería originaria de Nueva York en donde comimos las mejores hamburguesas de nuestra vida allá por el 2011. Tomamos nota por si surgía la oportunidad de volver y probar...

Empezaba a apretar el calor, y más teniendo que subir algunas de las empinadas calles de por allí:

Escaleras decoradas en Beyoglu

Intentábamos localizar un sitio que nos había recomendado (Restaurante 5Kat: mi crítica en Tripadvisor aquí). La idea era echar un vistazo a los precios y a la comida para volver luego, pero una vez allí aprovechamos las estupendas vistas para tomar algo y descansar, porque el sol y las cuestas nos habían agotado bastante.

Nos relajamos un ratito con una limonada y un ayran, al sol, echamos un vistazo a la carta pero nos pareció carilla para lo que ofrecían, así que lo descartamos para comer y tras la pausa continuamos con fuerzas renovadas.

A partir de aquí el día empezaría a empeorar, ¡menos mal que aún no lo sabíamos! Primero hicimos una breve parada para ver el Pera Palace por fuera. Este histórico hotel es el más famoso del Estambul, y en él se alojaban los viajeros del Orient Express. Agatha Christie, Mata Hari o Atatürk se alojaron aquí.

El Pera Palace por fuera

La siguiente parada fue la Torre de Gálata, que también vimos sólo por fuera. Fue construida por los genoveses y tiene un mirador y un restaurante en la última planta. Nosotros no teníamos muchas ganas de subir, y ya se nos acabaron de quitar del todo cuando vimos la enorme cola que había para entrar.

Buscando un ferry desesperadamente

Aquí empezó la desesperación. Estábamos en Karaköy (antiguamente conocido como Gálata), y desde aquí queríamos tomar un ferry para ira Eyüp. Cruzar esa parte de la carretera hasta la zona del Cuerno de Oro fue muy agobiante, no había pasos de peatones y tuvimos que meternos por el medio de la calle entre el intenso tráfico porque no vimos otra forma (no descubriríamos hasta el día siguiente que había un cruce subterráneo que no, no estaba indicado). Además era mediodía, el hambre empezaba a apretar y el sol nos agotaba cada vez más (especialmente a mi...).

Yo misma, con cara de agobio. Media hora después perdería los nervios al otro lado del puente.

El intenso tráfico de vehículos y personas en el puente y alrededores

En alguna parte había leído que se podía coger el ferry desde Karaköy a Eyüp, así que nos acercamos hasta los muelles, llenos de pescadores ofreciendo la mercancía del día. Desgraciadamente no encontramos nada, y cuando preguntamos nos dijeron que teníamos que cruzar el puente. Al día siguiente descubrí que, efectivamente, había ese ferry a ese lado del puente, pero la mala señalización nos impidió encontrarlo.

No nos quedó otro remedio que cruzar el puente, con el calor que hacía y los cientos de personas que iban y venían, sorteando también los cientos de pescadores que se pasan allí el día con sus cañas apostadas sobre el puente.

Al llegar al otro lado la cosa era peor, porque desde Eminönü parten los cruceros del Bósforo y estaba todo llenísimo de gente. Anduvimos de arriba a abajo y de un lado a otro del puente buscando el muelle correcto. Preguntamos a varias personas y unos niños nos seguían y trataban de comunicarse con nosotros pero entre su nulo inglés y mi nulo turco no conseguimos nada. Perdimos una hora hasta que al fin dimos con una minicaseta de madera con tres banderas que era la parada del ferry, muy alejada del puente y sin absolutamente ninguna señalización exterior. [Tip: Para llegar al ferry dirección Eyüp hay que pasar el puente primero y un parking después]

Gente en los alrededores del puente

En ferry de Eminönü a Eyüp

Por fin apareció el ferry y nos pudimos montar, aunque iba lleno de gente y fuimos todo el viaje apiñados unos contra otros. Por lo menos las vistas eran bonitas:

Vistas a Sultanhamet

Submarino del Museo Rahmi M. Koç

Llegando a Eyüp

Cementerio de Pierre Loti, al fondo

Eÿup: Mezquita de Eyüp y Pierre Loti

Ya eran las tres de la tarde y yo me moría de hambre. Habíamos optado por no comer en Beyoglu para así aprovechar mejor el tiempo y me estaba empezando a arrepentir. Nos costó lo nuestro encontrar un sitio para comer que pareciese medio decente. Pensaba que iba a haber más restaurantes, pero todo eran puestos de comida y yo necesitaba sentarme para recuperar fuerzas. Al fin encontramos un sitio al aire libre donde tenían helados y kebabs (Gazel cafe: Mi crítica en Tripadvisor aquí).

Wrap de carne y patatas

Kofta con arroz

Mezquita de Eyüp

La cantidad de gente que había por la calle no era normal, y es que estábamos al lado de la Mezquita de Eyüp, que fue la siguiente parada después de la comida. Esta mezquita fue construida por Mehmet el conquistador, y fue la primera que construyeron los otomanos tras tomar la ciudad. Lo que tiene de especial es que está construida en el lugar donde está enterrado Abu Ayyub al-Ansari (Eyüp Ensari en turco), amigo y portaestandarte de Mahoma. Es el tercer lugar de peregrinación más sagrado del islam, después de La Meca y Jerusalén, y guarda algunas reliquias de Mahoma.

Interior de la Mezquita de Eyüp

En su patio, además, se coronaban los sultanes otomanos. Nos sentimos un poco fuera de lugar, el patio estaba lleno de fieles musulmanes haciendo fotos y esperando para ver las reliquias y la tumba, apenas había unos cuantos turistas como nosotros.

Patio de la mezquita, lleno de fieles.

Niño posando con el traje de circuncisión

Fieles esperando el turno para ver la tumba de Eyüp

En teleférico a Pierre Loti

Cuando salimos de la Mezquita buscamos las señales que indicaban el teleférico, para subir hasta Pierre Loti. De nuevo la señalización era bastante liosa e hizo que recorriéramos la calle varias veces de arriba a abajo hasta que nos dimos cuenta de que no había que seguir la dirección del letrero del fondo, sino del que estaba a la derecha, a pesar de que "en teoría" los dos indicaban lo mismo. En fin... A las 16:15 estábamos ya haciendo cola en el teleférico. Había una cola bastante grande, ya que era sábado y Estambul estaba tomada por turistas turcos, siendo además la zona de Eyüp especialmente turística para los musulmanes. Nos armamos de paciencia y esperamos nuestro turno durante una hora, hasta que por fin pudimos subir a una de las cabinas.

Tras una hora de espera teníamos más cara de ir a un campo de concentración que a un sitio turístico

 
La idea era subir hasta el Café de Pierre Loti, y ver las vistas desde allí. El problema fue llegar y ver que eso estaba tan lleno de gente como abajo, que no había una sola mesa libre y saber que habíamos hecho cola durante una hora para nada. Así que pasamos del café, sacamos una foto de las vistas (sin pararnos mucho porque molestábamos a los que estaban en las mesas, que estaban pegadas al extremo) e hicimos un recorrido general de la zona.

Subimos a lo alto donde había varios puestos de comida y allí compramos un dondurma, un helado típico turco que tiene entre sus ingredientes una resina que lo hace muy elástico. Al comerlo no se deshace, si no que se estira como si fuera un chicle. Los vendedores siempre suelen hacer un par de gracias cuando te lo dan, yo no tenía muchas ganas de que me tomasen el pelo, así que fue Mr. Knook a por él.

Descubrimos que había un camino que atravesaba el cementerio y que llegaba hasta donde estaba el teleférico. Un paseo muy chulo, entre las tumbas y los árboles. Me cabreé bastante, porque si lo hubiese sabido hubiera subido por aquí y no hubiera perdido una hora. Mr. Knook me había dicho que había un camino subiendo, pero yo sólo había visto unas escaleras empinadísimas, estaba cansada y toooodo el mundo me había dicho que para ir a Pierre Loti había que usar el teleférico para salvar la distancia y la inclinación, cuando lo cierto es que apenas es un paseo de 10 minutos andando de lo más cómodo... [Tip: Si hay cola en el teleférico sube andando por el paseo, vale la pena.]

En ferry de Eyüp a Usküdar

Al llegar de nuevo al ferry de Eyüp vimos partir el ferry de las 17:40. No habría otro hasta una hora después, así que nos acomodamos allí mismo y pasamos la hora relajándonos, mirando la guía, hablando, etc. A las 18:40 no había ni rastro del ferry y todavía tardó unos 20 minutos más en aparecer. Por si fuera poco venía hasta arriba de gente, y en el muelle esperando también se había juntado mucha gente. Cuando el ferry atracó para que pudiéramos embarcar las señoras turcas se pusieron a empujar sin importar a quién para subir las primeras (a pesar de que sólo se accedía por dos plataformas y que si te empujaban, te podías caer al agua). Mi paciencia estaba llegando a su límite...

Así apareció el ferry, ¡lleno hasta los topes!

Interior del ferry: ni un sólo sitio libre

Todavía tardamos unos minutos en hacer el desembarque y el nuevo embarque de pasajeros por la cantidad de gente que había, así que mis esperanzas de ver anochecer en Usküdar, en la zona asiática, eran nulas. Veríamos anochecer todavía en el ferry. Se me habían chafado los planes, así que disfrutamos lo mejor que pudimos del anochecer en el medio del mar:

Vista de Santa Sofía

Vista del Palacio de Topkapi

Vista de la Torre de Leandro

Efectivamente, cuando llegamos a Usküdar era ya de noche:

Vistas del Palacio de Dolmabahçe

Vistas de la Torre de Leandro y Sultanahmet al fondo

Aún así quisimos acercarnos igual a la zona a la que teníamos pensado ir. Según llegas al puerto a mano derecha, caminando unos 5 minutos encuentras esta zona con alfombras y una hermosa vista para ver el ocaso. Además hay un café al lado que te proporciona bebidas y algo de picar:

Probando el Marmaray y cena en Sultanahmet

Para volver a Sultanahmet volvimos por tren, en el Marmaray que une Asia y Europa por debajo del mar. La estación de tren, túneles y demás eran supermodernos y cuando llegamos a Sirkeci, ya en la zona europea, nos dimos cuenta de lo abajo que habíamos estado cuando nos tocó salir a la superficie por las empinadísimas escaleras mecánicas que parecían no acabarse nunca. Pena que no tengamos fotos de esto, porque entre lo solos que estábamos y la modernidad de las instalaciones, parecía que estábamos en alguna película futurista.

El tren nos dejó en Sirkeci y volvimos andando hasta Sultanahmet (en teoría se podía salir por un lado de la estación y entrar por otro que enganchaba con el tranvía, pero no la encontramos por ninguna parte). En Sultanhamet decidimos cenar en un restaurante que aparecía en todas las guías y que ponían bastante bien (The Pudding Shop: mi crítica en Tripadvisor aquí). De entrantes, como siempre, mezzes variados:

De segundo una especie de pastel de pollo extraño e Iman Bayildi. Los primeros fueron tan abundantes que yo apenas probé los segundos, pero no estaban tampoco demasiado buenos.

Y de postre Mr. Knook quiso probar los puddings que dan el nombre al sitio y se pidió una arroz con leche y crema catalana que estaba hiperdulce (como todos los postres turcos).

Y así despedimos el tercer día en Estambul, que había resultado agotador física y mentalmente.